martes, 2 de diciembre de 2008

Cuestión de fe



*Por Javier Arakaki

La crisis que por estos días se expresa a través de los indicadores bursátiles es, en primera y en última instancia, una “cuestión de fe”.

Es la “fe” en que mañana me pagues lo que me lleva a “fiarte” una mercancía. El sujeto o el objeto que es contraparte en dicho acto es, por ello mismo, digno de nuestra “confianza”. Ejemplo 1: si tengo “fe” en el dios cristiano, es decir, si “confío” en ese dios, entonces le “fío” mis acciones vitales esperando de él una devolución con creces tras la muerte abriéndonos las puertas del paraíso. Ejemplo 2: si le tengo “confianza” a un cliente, le puedo “fiar” mi mercancía en la “fe” de que mañana me va a traer el dinero.

Si un sujeto nos despierta “fe”, pues entonces “creemos” en él, es decir: le otorgamos nuestro “crédito”. El otorgamiento de “créditos” a cambio de demostraciones de “confiabilidad”, es el engranaje central del sistema financiero.

El sistema financiero funciona financiando acciones potenciales en la “fe” de que mañana van a convertirse en realidad. Ese es el ABC de la lógica de toda transacción bancaria; tanto de parte del banco como de parte del cliente. Si el cliente no tiene “fe” en el banco, no le “fía” su dinero. Si el banco no tiene “fe” en el cliente, entonces no le da “crédito”.

Por eso no nos asombra leer en los titulares de los grandes diarios de todo el mundo que el gobierno de los EEUU, o la FED, o la UE buscan medidas que le devuelvan la “confianza” a los mercados.

La crisis actual es, en primera y en última instancia, una cuestión de fe.

La fe es ante todo un acto de “atribución”. Un sujeto le “atribuye” determinadas cualidades a otro sujeto o a un objeto, y le otorga así su “confianza”.

La fe en alguien o algo no es una cualidad de ese alguien o de ese algo, sino el proceso de “atribución de fe” que los otros hacen sobre ese alguien o ese algo.

La “divinidad” de un profeta o del Santo Sudario no es una cualidad propia de los mismos, sino un acto de atribución de cientos de miles.

Lo mismo sucede, por ejemplo, con el papel-moneda. Originariamente expresaba un medio de intercambio por otra mercancía a la cual se le atribuyó durante mucho tiempo la “divinidad de la riqueza”: el oro. Con el correr de los años, dicha atribución se volcó directamente al mismísimo “papel-moneda”. Y desde la instauración del Nuevo Orden Mundial tras los bombardeos atómicos de 1945, el U$S fue erigido como el nuevo ídolo de la fe.

Los acuerdos de Bretton Woods fueron para el capitalismo financiero lo que el Concilio de Nicea para el cristianismo antiguo: el aval del gobierno del Imperio para su propagación legal.

El U$S se erige como nuevo ídolo de la fe occidental avalado por dos grandes catedrales: el FMI y el BM. Y a partir de entonces cientos de miles de sujetos en todo el mundo le “atribuyeron” al papel-moneda dólar la “divinidad de la riqueza”.

Hoy se estrellan contra la tierra los falsos fundamentos de esa religión. El U$S aumenta en la Argentina porque los fieles “no pueden creer” lo que está sucediendo; y lo siguen adorando. Los indicadores bursátiles muestran también el fin de la hegemonía de los acuerdos de Bretton Woods, y con ello la apertura hacia un vacío político, ideológico y hasta existencial del imperio que aun conserva su poder de fuego.

Una vez más: dios ha muerto.


* Lic. y Prof. de Sociología (UBA). Docente de nivel polimodal en escuelas del sur del GBA.